Hasta cierto punto, entiendo el fuerte corporativismo del gremio médico. Creo que, en muchas ocasiones, es injusto y contraproducente arruinar una excelente carrera en el campo de la Medicina por el simple y humano hecho de haber cometido un error: un médico puede haber salvado un gran número de vidas y, sin embargo, tener un mal día, meter la pata, escapársele de las manos un paciente y ver automáticamente echada a perder toda una prestigiosa trayectoria profesional. Y tengan por seguro que, de no existir tal corporativismo, en la balanza de la Justicia poco iban a pesar todas esas vidas salvadas frente a la que se ha perdido.
Sin embargo, en no pocas ocasiones, el «error» podría tratarse en realidad de una cadena –pequeña o larga, pero sucesión al fin y al cabo– de despropósitos que ningún profesional, serio en el cumplimiento de su cometido, estaría dispuesto a consentir. Y cuando quien consiente y colabora es la Administración pocas esperanzas nos quedan a los ciudadanos de que se haga justicia.